Realidoflexia: Acción de modificar la realidad a través de dobleces, flexiones y torciones para conseguir lo irreal.

3 sept 2010

Cambiar o morir



El insondable desfiladero siempre espera al final. Parece gritar con su
voz ígnea: “Hasta aquí”. Los pasos regresan sobre sí, temerosos. Vuelven
al aquí, una seguridad acabada. Pero el viento, con su alarido de
seducción canta por lo que viene, el allá. Cuesta trabajo, pero el salto
a lo desconocido es un nuevo principio: la fuerza del cambio. El
abismo deja de ser una resistencia, para convertirse en el terreno de la
reinvención.
He de estar en el abismo siempre, he de caer elevándome, he de destruir
barrancas con mi fuerza de hierba que crece, de pez que se sumerge,
de divinidad humana. Dios vive en mí y cambia (vive porque
cambia), todos los dioses y todas las criaturas me habitan, se transfiguran
y se combinan. Dios jaguar, dios hormiga, diosa serpiente,
dioses manada de búfalos. Dioses que trotan, cazan, hacen madrigueras,
me enseñan una sola cosa: cambia, transmútate, truécate, altérate,
renuévate, o morirás en la planicie del desfiladero.
Soy un bicho nuevo cada día. Nunca tengo el mismo caparazón a
diario, mis antenas crecen más o se contraen, mis ojos sobresalen, se
multiplican. Desde la visión de tres ojos me miro y sé que no soy en
definitiva, soy en proceso, soyendo. Cuando he tratado de ser un soy,
me he petrificado. Y cuando en mis manos están los monolitos de permanencia,
rezo por su muerte perpetua. La jaula del pájaro, a veces me
recuerda el revoloteo de una memoria amarillenta y se mueve, se
baña, come alpiste; otras, me reclama su envejecimiento ocre; nunca
se repite, se niega a morir. Ahora dije esto, ahora dije lo otro, ahora me
silencié, ahora te observo, ¿saltas?

20 jul 2010

Jazzeando letras

Amigos, el taller de jazz y literatura Jazzeando letras, se aplaza para juntar a más concurrencia. Pasen la voz.



13 jul 2010

Viola



1
Con su mirada severa apunta a una bestia. Se balancea siguiendo el movimiento de su presa con la ballesta recargada en el hombro. Sin decir palabra pregunta “¿Que no puedo matar un jabalí por mi mismo? Ya verán.”

2
La espina dorsal del gato se extiende por su brazo. Con la mano izquierda le sujeta el cuello y la cabeza. Acerca el oído a milímetros del pelaje. Con la barbilla y parte de la quijada trata de sentir el pulso del felino. Lo mueve de atrás hacia delante de sí. Intenta reanimarlo, a un ritmo constante y fluido.

3
Rajas al Tiempo con esa espada fina de pelos largos. Sufre el pobre. Su lamento es una construcción de líneas; derechas van hacía arriba y abajo; orgánicas, se esparcen por el techo, escurren por las paredes y luego saltan hasta mí, entran como agujas hipodérmicas o hilos de vapor. Todo pasa instantáneamente: tú pasas tu sable y la expresión del Tiempo me cala los huesos de harmonía.

4
Si se enfría la música, se hiela el mundo. La saliva de las ballenas se congela. Las palabras zumban como coleópteros. Apaguen las luces, que vuelva el mundo a respirar.

5
Un niño te mira sin comprender, con miedo. Penetrantemente lo observas. Mientras hablas, inquieres con la mano. Preguntas con la boca hierática, mil veces lo mismo “¿De dónde sacaste esas pantaletas?” No lo golpearás, él lo sabe. Respiras. Un recuerdo de tu infancia ha vuelto a ti. Tu rostro anciano se torna somnoliento por la evocación. El sudor escurre por tu cuello. Con un movimiento de tu cara le indicas al infante que se vaya.

6
Ya no mires así, abuelo. Deja tus artificios de mago con el tiempo. Mi gato ya murió, ¿no lo ves? No les demuestres nada, yo sé que puedes hasta con un rinoceronte al primer intento. Toca la viola y arrúllame.
Y déjame para el sueño, el Scherzo de ese quinteto de Brahams para dos violines, viola, chelo y piano.

7
Soy un espía. En esta noche de mi sueño eres un dios de luna. Robo, escapo, me escondo. Abordo un barco y veo el mar. Una mujer parece ser del Servicio Secreto. Pero no, es mi gran amor. En mi sueño blanco y negro de película muda, ella y yo huimos. Por las ventanas de los camarotes se reflejan tus ojos blancos. Alguien cae al mar. Me arrojo a las olas. Lo salvo. En cubierta todos me aplauden. Una mano frota la barba, escrutadora, mientras me mira. Me han descubierto. Doy unos pasos atrás. La mano viene hacia mí. Me tomará. La mano lo cubre todo.

Salgo de ese sueño y entro a otro como quien pasa de una habitación a otra.
Te veo tocando en un auditorio con gente acalorada. A momentos, tú y los otros músicos, quieren regresarme al sueño de la película muda. A un violín le brotan virutas de su arco: a veces crines de caballo salvaje corriendo por el campo; a veces un apéndice-carnada (filamento lento y ondulante) de pez que espera bajo la arena que su cena pique el anzuelo. Hay un brillo opaco en este sueño. Me desespera.

8
Se enciende el sol. Me picas las costillas con tu viola y me tiras de la cama. Ya no tienes los ojos blancos de dios lunar. Las pantaletas de mi mamá siguen bajo el colchón. Caigo junto al tiempo que yace desangrado. Toso, pelos como de gato se enredan en mi garganta. Les has demostrado a todos: tocas tu viola como si tocaras tu viola.