Realidoflexia: Acción de modificar la realidad a través de dobleces, flexiones y torciones para conseguir lo irreal.
13 jul 2010
Viola
1
Con su mirada severa apunta a una bestia. Se balancea siguiendo el movimiento de su presa con la ballesta recargada en el hombro. Sin decir palabra pregunta “¿Que no puedo matar un jabalí por mi mismo? Ya verán.”
2
La espina dorsal del gato se extiende por su brazo. Con la mano izquierda le sujeta el cuello y la cabeza. Acerca el oído a milímetros del pelaje. Con la barbilla y parte de la quijada trata de sentir el pulso del felino. Lo mueve de atrás hacia delante de sí. Intenta reanimarlo, a un ritmo constante y fluido.
3
Rajas al Tiempo con esa espada fina de pelos largos. Sufre el pobre. Su lamento es una construcción de líneas; derechas van hacía arriba y abajo; orgánicas, se esparcen por el techo, escurren por las paredes y luego saltan hasta mí, entran como agujas hipodérmicas o hilos de vapor. Todo pasa instantáneamente: tú pasas tu sable y la expresión del Tiempo me cala los huesos de harmonía.
4
Si se enfría la música, se hiela el mundo. La saliva de las ballenas se congela. Las palabras zumban como coleópteros. Apaguen las luces, que vuelva el mundo a respirar.
5
Un niño te mira sin comprender, con miedo. Penetrantemente lo observas. Mientras hablas, inquieres con la mano. Preguntas con la boca hierática, mil veces lo mismo “¿De dónde sacaste esas pantaletas?” No lo golpearás, él lo sabe. Respiras. Un recuerdo de tu infancia ha vuelto a ti. Tu rostro anciano se torna somnoliento por la evocación. El sudor escurre por tu cuello. Con un movimiento de tu cara le indicas al infante que se vaya.
6
Ya no mires así, abuelo. Deja tus artificios de mago con el tiempo. Mi gato ya murió, ¿no lo ves? No les demuestres nada, yo sé que puedes hasta con un rinoceronte al primer intento. Toca la viola y arrúllame.
Y déjame para el sueño, el Scherzo de ese quinteto de Brahams para dos violines, viola, chelo y piano.
7
Soy un espía. En esta noche de mi sueño eres un dios de luna. Robo, escapo, me escondo. Abordo un barco y veo el mar. Una mujer parece ser del Servicio Secreto. Pero no, es mi gran amor. En mi sueño blanco y negro de película muda, ella y yo huimos. Por las ventanas de los camarotes se reflejan tus ojos blancos. Alguien cae al mar. Me arrojo a las olas. Lo salvo. En cubierta todos me aplauden. Una mano frota la barba, escrutadora, mientras me mira. Me han descubierto. Doy unos pasos atrás. La mano viene hacia mí. Me tomará. La mano lo cubre todo.
Salgo de ese sueño y entro a otro como quien pasa de una habitación a otra.
Te veo tocando en un auditorio con gente acalorada. A momentos, tú y los otros músicos, quieren regresarme al sueño de la película muda. A un violín le brotan virutas de su arco: a veces crines de caballo salvaje corriendo por el campo; a veces un apéndice-carnada (filamento lento y ondulante) de pez que espera bajo la arena que su cena pique el anzuelo. Hay un brillo opaco en este sueño. Me desespera.
8
Se enciende el sol. Me picas las costillas con tu viola y me tiras de la cama. Ya no tienes los ojos blancos de dios lunar. Las pantaletas de mi mamá siguen bajo el colchón. Caigo junto al tiempo que yace desangrado. Toso, pelos como de gato se enredan en mi garganta. Les has demostrado a todos: tocas tu viola como si tocaras tu viola.
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