Realidoflexia: Acción de modificar la realidad a través de dobleces, flexiones y torciones para conseguir lo irreal.

1 ago 2011

Poesía, cine y jazz de fondo



Howl es el más famoso poema de Allen Ginsberg y la Beat Generation. Citado frecuentemente en la cultura popular, el año pasado se convirtió en el título y motivo de una película escrita y dirigida por Rob Epstein y Jeffrey Friedman, cineastas interesados por tratar asuntos gay en la pantalla grande (como el documental The times of Harvey Milk).
La cinta gira en torno al poema, desde cuatro puntos distintos:
La lectura del poema en un bar, una entrevista a Ginsberg, el juicio a Lawrence Ferlinghetti por la edición del poema "obsceno" y las animaciones que acompañan fragmentos del poema.
La estructura teje de manera sutil los cuatro abordajes para penetrar en el poema, la vida del autor y su contexto social. En algunos fragmentos de la animación aparece el jazz, ineludible debido a su influencia en el escritor, en los jóvenes de aquel tiempo, en los versos.
A lo largo de casi hora y media, la poesía va y viene crece, se apacigua. Los versos inundan, se agazapan; logrando así una buena muestra de que en el cine puede hablarse de poesía, siendo la protagonista, la detonante de asuntos paralelos, siendo ella la portavoz y la voz misma del filme.
Un momento: "Y soplaron el sufrimiento fuera de la mente desnuda de América por el amor"



Cuando François Truffaut rodó su primer largometraje con algunos pasajes de su propia adolescencia, creó uno de los principales referentes de la Nouvelle vague. De un opresor salón de clases, Truffaut nos lleva a una prometedora playa.
Antoine Doinel es un buscador silencioso de su propias claves. Intenta encontrar su lugar en el mundo, su voz, sus sueños, en medio de un medio que lo aporrea a cada paso: su madre, los maestros, los compañeros de escuela, la verdad.
En esta cinta, la poesía reina de la manera más sutil: en la fotografía, en las miradas, en la historia. En cada detalle la poesía de un creador como Truffaut opaca o llena de brillo cada escena: el dibujo de una mujer que pasa de mano en mano, el caballo, la foto de Balzac, la máquina de escribir como botín obsoleto, los ojos de los niños en el teatro de títeres las rejas, la madre en brazos de un hombre, las olas que rosan la arena, el jazz en el camión.
Alguno dirá, esa es la poesía del cine. Y estaré totalmente de acuerdo. Y añadiría: la poesía del arte, de la narrativa que, desgraciadamente, brilla por su ausencia.
Por su puesto que es casi imperceptible y breve, el jazz fondea un juego de pin-ball.

Un momento: Cuando forja un cigarro con papel periódico en su celda.

Con estas dos películas, reconocidas por su manufactura, alcanzo a ver dos afortunados caminos para que se encuentren la poesía y el cine. Sugerencia, invitación, llamada. La poesía es el germen de las historias humanas como las de Ginsberg y Truffaut.

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