Taibo II visitaba mi casa (que estaba en una especie de bodega, en lugar de puerta, Cynthia y yo teníamos una cortina metálica), debido a una invitación mía. Ambos trabajábamos haciendo entrevistas a convictos en un reclusorio. Durante la comida casera, Taibo contaba cómo pensaba redactar la última entrevista:
“Lo primero es escribir lo más interesante. Zas. Luego partir hacia adelante un poquito rápido en los hechos cronológicos. Cuando surjan las dudas sobre por qué está pasando tal o cual cosa, hay que irse para atrás. Entonces sí, sacas todos los datos, la información detallada que tienes de la entrevista: lo del secuestro, el primer robo en la primaria... Porque si revelas eso al principio, el lector se va a aburrir y no va a llegar a lo más bueno.”
Yo pensaba que también podía hacer eso y que las entrevistas las habíamos realizado juntos. Creía que sería bueno pedirle que publicáramos juntos. Se iba y Cynthia lo despedía en la cortina.
Desperté sabiendo un poco más de ese proyecto que aún es un embrión literario con forma de camarón.